Escribí este texto en 2019, poco tiempo después de que la artista Claudia Bremer, profesora de la Facultad de artes Ensenada, presentara su performance “Por la realización plena del ser”. En ese entonces yo vivía en esa ciudad, daba clases en esa misma facultad y un año atrás publiqué mi segundo libro “Fuera de la caja: galerías independientes en Baja California” en coautoría con Carla Maldonado. Este performance forma parte de una campaña de difamación de Claudia Bremer hacia nuestro libro, por razones aún desconocidas. Republico este texto porque la artista acaba de presentar la misma obra en el “Tercer coloquio Arte y Género” organizado por la doctora Patricia Medellín en la Facultad de artes en Mexicali, y creo que es relevante aclarar las mentiras que se mencionan en el performance.
En su momento el texto de mi blog se hizo viral entre la comunidad artística de Ensenada, y me lo pidieron para republicación en el suplemento “Palabra” del diario El Vigía el 16 de noviembre de 2019. Pronto complementaré con algunas reflexiones extra sobre la nueva versión de esta obra. Pero pongo este texto aquí porque se perdió en mi blog anterior y quiero que estén tanto del chisme para cuando publique la siguiente parte.
Al escribir un libro, cada autor se anticipa a la posible recepción del mismo por parte de sus lectores: imagina las cosas buenas y malas que se dirán al publicarlo. Debo admitir que mientras Carla Maldonado y un servidor escribíamos el libro “Fuera de la caja” (2018), anticipamos muchas reacciones excepto ser acusados de machistas e invisibilizar a la mujer. Sin embargo, esto fue exactamente lo que sucedió en un performance de título “Por la realización plena del ser” de la artista de Ciudad Juárez, Claudia Bremer, que se llevó a cabo el 23 de octubre en la Facultad de Artes de Ensenada.
Para dar un poco más de contexto a lo sucedido, el performance en cuestión se llevó a cabo durante una semana dedicada a la equidad de género dentro de la Facultad organizado por la psicóloga Nancy Hernández. Se impartieron diversas pláticas sobre el género y las artes, incluyendo algunas excelentes discusiones por parte de la artista Patricia Medellín y la maestra Marianne Vincent, además de un foro moderado por un servidor.
El performance en cuestión fue un monólogo de Claudia Bremer ante el público, que consistía principalmente de estudiantes de la Facultad, maestros, administrativos y una que otra persona externa a la facultad. Lamentablemente no tengo tiempo para hacer una crítica de toda la obra, cabe destacar que la artista, justo antes de mencionar nuestro libro, alude a una controversia dentro de la historia del arte, el libro “History of art” de H. W. Janson, el cual fue duramente criticado por no incluir una sola artista mujer en todas sus páginas. Una omisión sumamente grave, sin duda alguna.
Nuestro libro, “Fuera de la caja”, es un estudio cultural sobre las galerías independientes en Baja California. Se realizó gracias a un apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, otorgado en 2016. Durante 2017, Carla y yo realizamos trabajo de campo que consistió en ubicación de todas las galerías independientes que pudiéramos localizar y entrevistas presenciales con los galeristas. Posteriormente, analizamos el discurso e interpretamos las respuestas para describir de forma completa y fidedigna cómo funcionan estos espacios en Baja California.
Este trabajo es importante para el panorama de las artes en este estado, e incluso a nivel nacional, porque nunca se había publicado algo similar. Los libros que nos anteceden son simples listados o catálogos poco sistemáticos, o libros que hablan de las galerías a nivel internacional, sin poner énfasis en la independencia de los mismos. Claudia Bremer menciona en su performance, el cual transcribo textualmente:
Como yo les dije anteriormente: Yo vengo a enseñar el cambio que quiero ver. Y por lo tanto yo vengo con la intención de provocar un cambio en los libros de historia del arte regional. Entonces, si hay segundas ediciones, por ejemplo, recomiendo al autora Carlos Maldonado (sic) y Miguel A. Lozano que, en su libro titulado ‘Fuera de la caja: galerías independientes del estado de Baja California’, en su segunda revisión tomen en cuenta a la señora Petra Elena Zamora de García. Porque en el libro dice que la primera galería en el estado inició en 1987. Pues yo les digo: ‘Fíjense que no’, porque la primera galería del estado de California es de 1960 y es de la señora Petra Elena Zamora de García.
De entrada hay muchas inexactitudes y falseamientos en estas declaraciones. La primera de ellas es denominar a nuestro trabajo un “libro de historia de arte regional”. Esta es la primera falacia y demuestra, de entrada, una incomprensión básica del discurso del libro. Como mencioné antes, se trata de un estudio cultural. No hay ningún secreto en esto, es mencionado claramente y en español en la página cuarenta.
Por otra parte, dentro de nuestros criterios de selección especificamos también que nos enfocamos únicamente en galerías activas, y que dejamos de lado aquellas que ya cerraron sus puertas. Esa decisión metodológica debió zanjar la cuestión definitivamente: ¿cómo podría un libro de historia de arte regional no hablar de galerías cerradas?
Claudia Bremer nos critica también la omisión de la Galería García, ubicada en la calle primera de Ensenada, la cual ella no menciona por nombre, pero alude a su fundadora. Esta galería, en su letrero exterior, anuncia que existe “desde 1960”, por lo que Bremer afirma que es “la primera del estado”, pero no nos dice cómo está tan segura de ello. Sin duda alguna esa galería es más antigua que El Nopal Centenario, que inició en 1987, pero ¿cómo sabemos que no hay otra antes que esa? Afirmar algo así requiere mucha más evidencia e implicaría una investigación de corte histórico, muy fuera de las posibilidades de nuestra investigación. Además, algo curioso sucede en nuestro libro, en páginas posteriores:
Paco García, desde joven, creció aprendiendo los manejos y el negocio de las artes, ya que su madre, Petra Elena Zamora de García, abrió la primera galería de arte en Ensenada, enfocada también al mercado turístico [pág. 103].
Pero al parecer Bremer no llegó a leer esta página, ¡lástima! Eso es lo que sucede cuando se critica un libro sin leerlo completo. El hecho incontrovertible es que tomamos en cuenta a la señora Petra, pero no afirmamos que es la primera galería del estado porque simple y sencillamente no lo sabemos. La artista en cuestión parece tenerlo muy claro pero no ofrece una pizca de evidencia. Ahora bien: ¿por qué no hablamos más a profundidad sobre la galería García? Nuestros motivos no fueron discriminatorios, ni pensamos que fuera poco importante, todo lo contrario. Personalmente me aproximé dos veces al lugar y nunca logré una entrevista.
Debido a esto no conseguimos fuentes primarias que demuestren esa información y esto significa que no podemos afirmar hechos con certeza. Por esto recurrimos a dos fuentes secundarias, una de ellas fue “Los diablitos: diez mil años de artes plásticas en Baja California” (Gabriel Trujillo, 2016) y la otra “Centro Cultural Tijuana: todas las artes en un solo lugar (1982-2012)” (CECUT, 2012), ambas mencionan al Nopal Centenario como iniciador del movimiento de galerías independientes.
Así que, en el párrafo citado por Bremer, nos basamos en fuentes secundarias que citamos y cuya información no pudimos verificar por nuestra propia mano y he ahí el resultado. De manera que nosotros sugerimos a Bremer que, si está tan interesada en hacer un cambio en los libros de historia regional, lo haga también otros que también hablan sobre esto y en los cuales nos basamos. Pero sin duda alguna, sería muy importante reivindicar de manera más clara el papel de Petra Zamora como una de las pioneras de las galerías en el Estado. La artista prosigue en su performance:
También en este libro se dice que las galerías independientes en la ciudad de Ensenada son la galería del 184 (sic), la de Santo Tomás y la del Museo del vino. Las independientes.
La incomprensión de nuestro texto es palpable. En ningún momento se especifica que las galerías de las cuales hablamos en nuestro libro sean las únicas que existen: eso sería una arrogancia tremenda. De hecho, me sorprende mucho que lo enuncie así, como si nuestra intención fuera describir la totalidad del universo y afirmar que afuera de nuestra investigación nada existe. Eso es absurdo, ya que sabemos muy bien a qué galerías dejamos fuera.
Una de ellas, “Arte y tesoros”, es administrada por norteamericanos en Maneadero, al sur de la ciudad de Ensenada y de la cual sabemos muy poco. ¿Por qué? Me corrieron en cuando llegué a hablar con ellos, por razones desconocidas. Nuestro libro también deja fuera a la galería de Scott Kennedy en La Bufadora, simplemente por falta de tiempo para incluirlo. Y sobre este tema de los criterios de selección, Claudia Bremer prosigue:
Y ahora sí, lo voy a leer, esto es textual: “En cuanto a artes visuales se refiere la oferta cultural se limita al Centro Estatal de las Artes Ensenada (CEARTE) y la Galería de la Ciudad, ambas coordinadas por el Instituto de Cultura de Baja California (ICBC). Fuera de eso, las artes visuales tienen como escenario las galerías independientes, que por la falta de opciones institucionales han cobrado protagonismo” [pág. 116]. Entonces yo digo, y la razón que hago esta cita o esta información que les acabo de leer, es porque la información que les acabo de leer invisibiliza y apunta a la invisibilización del Espacio Alternativo de lo Contemporáneo, galería que yo coordino y que ayudo a que funcione desde el 2014, y tengo la evidencia para demostrar que sí, neta, de verdad, de verdad, de verdad, sí existe. De neta. ¿No es independiente? Ah, bueno, entonces debería ser institucional. Ah, ¿no es institucional? Entonces debería ser independiente. Pero de que existe, existe.
Este fragmento sí que es difícil de comprender y ruega la pregunta: ¿quién le arrebata la existencia a su galería? Esto si, de plano, nos deja rascándonos la cabeza. Como mencioné, este performance se enmarcó en el contexto de la lucha histórica de la mujer por ser visible en el mundo de las artes. Es decir, Bremer nos menciona como un ejemplo más de autores que invisibilizan a la mujer, pero francamente Carla y yo estamos seguros que no es así.
Para empezar, nos remitimos a la entrevista que le realizamos a Claudia Bremer el 23 de febrero de 2017, precisamente pensando en incluir su proyecto de Espacio Alternativo de lo Contemporáneo en el libro. De nueva cuenta, nuestra idea inicial fue abordar el tema de su galería móvil de nombre Caja Seca, que nos parece un proyecto interesante. Sin embargo, la artista en la entrevista afirmó, y cito textual: “Este año ya se inventarió la Caja Seca [en la UABC]. O sea, lo metieron como inventario. Entonces ya lo que era la independencia de la Caja Seca ya no es. Se murió. Entonces ya se convierte en parte de la UABC, porque en el momento en que le ponen el código de barras ya es otra herramienta”.
Ante declaraciones tan contundentes, nos quedó claro que la Caja Seca no era una galería independiente. Carla y yo no tuvimos otro remedio más que dejar a un lado este proyecto por no cumplir con nuestros criterios de selección. Pero, por algún misterioso motivo, esto nunca agradó a la artista, quien al sentirse excluida ha recurrido a los motivos más absurdos para descalificar el libro. Recordemos también que en la presentación de “Fuera de la caja” en la misma facultad, nos criticó por no ser investigación científica, metodología clara, por no tener una definición satisfactoria de galería, o de “independencia” entre otras cosas, totalmente falsas.
Como esos argumentos no funcionaron, recurre entonces a la equidad de género como arma para descalificar al malvado libro que no habla de ella. Ahora resulta que la excluimos por ser mujer. ¿Qué le hace pensar eso? Carla y yo somos particularmente sensibles a este tema, ella en particular ha estudiado el género culturalmente y me enseñó muchísimo al respecto al grado de transformar mi propia vida. Estamos plenamente conscientes de que la discriminación existe y que tiene consecuencias muy reales. Buscamos, día con día, no repetir este patrón.
Le recomiendo a nuestra crítica que revise, por ejemplo, la tesis de maestría de Carla Maldonado, de nombre “Máscaras violentas: relatos y prácticas de diez hombres agresores” (2012). El PDF está dentro dentro del Catálogo Cimarrón de la UABC. Con su permiso, citaré un párrafo de esta tesis:
Judith Butler […] afirma que el tema de las mujeres ya no se observa en términos estables o constantes. El sujeto femenino se cuestiona como candidato principal representado o, incluso, libre. Para representarse, debe operar dentro de un procedimiento político que amplíe la visión y legitime a las mujeres como actores políticos. El discurso sobre la mujer no debe distorsionar lo que se considera verdadero acerca de la categoría de las mujeres. Es decir, el concepto desarrolla un lenguaje que represente de manera adecuada y completa a las mujeres y que promueva su visibilidad política. Lo anterior es de gran importancia ya que las mujeres se representan inadecuadamente o simplemente se invisibilizan.
¿Les suena esto a alguien cuyo interés es la invisibilización de la mujer? ¿Cómo explica Bremer, por ejemplo, que en la portada del libro aparezca primero el nombre de Carla? Esta fue una decisión deliberada que discutimos previamente ya que, generalmente, en libros de múltiples autores se tiende a mencionar al primero y omitir al resto. Queríamos que su nombre fuera más visible. Bremer, irónicamente, la llama “Carlos Maldonado” en su performance, masculinizándola. Como a muchas mujeres del pasado, quienes firmaban sus obras con nombres masculinos para ser tomadas en cuenta.
Por otra parte, entrevistamos a muchas mujeres para el libro. Incluyendo a Ruth Hernández, en la Galería José García Arroyo, a Patricia Avilés Muñoz de Centro Cultural Nana Chela, a Edna Ávalos de Escritorio de Procesos, a Cecilia Navarro de Distrito-10, a Ingrid Hernández de RI Space, y a Melissa y Mónica Arreola de 206 Arte Contemporáneo. Además, mencionamos a otras importantes para la cultura del estado como Nina Moreno, Nana Chela y Makeda Cheatum.
Dejamos fuera, es verdad, a varias mujeres. Por ejemplo Selene Nevárez de Espacio Cultural Artmósferas, quien nunca respondió a nuestro llamado. También a Rocío Hoffman de galería RoHo, quien tuvo demasiado trabajo el día que acordamos entrevistarla y por esto tampoco logramos incluirla en el libro.
Pero dejamos fuera del libro a muchos más hombres. Por ejemplo, a Polo Valencia de Rosarito, al administrador de la galería Montecristo en Rosarito, Out Here en Tijuana, La Petanca en Ensenada y Galería Camino también en Tijuana, entre muchos otros. Todos ellos galeristas masculinos. ¿Por qué dejamos fuera más hombres que mujeres si nuestro objetivo era la exclusión de la mujer? ¿No estaríamos perjudicando nuestro malévolo plan?
No hay en absoluto evidencia de que Carla y yo tengamos prejuicios machistas y creo que es todo lo contrario. Seguimos una metodología y elegimos con una muestra representativa. No olvidemos que nuestra investigación es descriptiva. El principal aporte no es un listado de galerías, más bien el pintar un panorama: ¿Cómo funcionan? ¿A qué dificultades se enfrentan? ¿Cómo se insertan en el campo del arte? Una descripción adecuada sirve para cambiar la realidad de ser necesario. Cualquiera hace una listita de galerías, describirlas sistemáticamente no cualquiera.
El debatir el por qué incluimos a una galería en específico es una pérdida de tiempo: se responde en dos segundos. Por ello dudo muchísimo de las intenciones de Claudia Bremer, quien afirma que quiere ver un cambio en los libros de “historia regional” del Estado, pero que sólo tiene quejas sobre uno de ellos. Quiere ver más inclusión, pero sólo insiste en ella misma o su entorno inmediato. Podríamos discutir sobre temas más importantes, como la creación de públicos, el mercado del arte, las historias de los galeristas y sus sufrimientos, pero no se ha podido.
Además, me parece curioso su miedo a ser invisibilizada por un libro con tiraje de 300 ejemplares, que no ha vendido ni cien y que es aún menos leído. Ni ella lo ha leído completo. Los libros sobre arte son totalmente irrelevantes en el panorama estatal y esa situación se agrava cada vez más. Esto no sólo nos pasa a nosotros, es el común denominador para autores como Heriberto Yépez, Roberto Rosique, Gabriel Trujillo y otros.
En cambio, el espacio de exposición de Claudia Bremer ha tenido miles de visitantes a lo largo de los años, especialmente durante la Verbena de la Vendimia, en Bodegas Santo Tomás. Un evento grandísimo donde hay vino, música y otras actividades artísticas, donde la gente tiene la posibilidad de pasar a sus exposiciones y llegan en cantidades masivas. Más gente escuchó su performance ese día que gente ha leído nuestro libro. ¿Realmente tenemos el poder de desaparecerla?
Por otra parte, me parece de risa loca que exija una segunda revisión de nuestro libro. Como dato curioso, creo pertinente mencionar que no he encontrado un solo libro sobre arte en Baja California que tenga una segunda edición. Por el motivo que mencioné antes: a nadie le importan. Uno todavía puede comprar el libro “Crónica de las galerías universitarias” (1996) de Élmer Sánchez, por ejemplo. Nuevecito a diez pesos durante la feria del libro, ya que aún no se agota su primera edición. ¿Y exige una segunda edición de nuestro libro del año pasado porque no le gustaron dos párrafos? Nos compara con el libro antes mencionado, “History of art”, que ha vendido más de cuatro millones de copias en quince idiomas.
Carla y yo nos desvelamos trabajando a toda prisa verificando fuentes y comprobando datos para que en las 250 páginas de nuestro libro no se nos escapara ningún error. Aún así, somos humanos y fallamos ocasionalmente, cosa que nos avergüenza muchísimo. Pero la mayor parte del libro son aciertos, datos fidedignos y una metodología sistemática. Los fragmentos del performance que he transcrito no abarcan ni cuatro minutos. Estoy verdaderamente impresionado de la cantidad de errores que Bremer logró atiborrar en tan poco tiempo. Es increíble: ¡no acertó en nada!
Por eso he insistido con la misma cantaleta desde que inició con sus críticas hace un año: ¡lean el libro por favor! Todo está respondido ahí. Los autores de “Fuera de la caja” estamos muy felices de propiciar la discusión sobre este tema, el cual fue ignorado por todos los libros anteriores. La mayor parte de ellos, especialmente en el Estado, se enfocan a los artistas y sus obras. Tema importante, es verdad, pero que deja de lado este otro maravilloso e interesante componente que es la galería. Como se darán cuenta, es un tema que particularmente me apasiona. Mi esperanza es que este texto sea educativo. Por lo pronto, quedamos atentos al siguiente argumento de Bremer para descalificar nuestro libro.